Lejos de encasillarse en un espectáculo de texto, una comedia o un stand up.
Baby Etchecopar vuelve al teatro con una propuesta totalmente renovada, con su estilo de siempre… Transgresor, cínico, irreverente, morboso, cómico, dramático y sensible hasta las lágrimas.
Cuando se enciendan las luces del escenario, no aparecerá un personaje encarnado por un actor como puede suceder en una comedia. Te verás a vos mismo, con la invitación en mano de hacer un viaje hacia tu interior. Simbolizándote a vos mismo, a tus hijos, a tus padres, a tu dios. Convirtiéndote en el protagonista de una obra que te hará estremecer durante una hora y media.
En un giro de tu imaginación podrás ver al más poderoso estreñido en el inodoro y a la más poderosa puliéndose los callos de los talones, como vos.
Las frustraciones son transmitidas como posiblemente lo hayan hecho nuestros padres con nosotros, para que sin culpa, votemos mal, vivamos mal, amemos mal, trabajemos mal y volvamos a transmitir este sentimiento en nuestras creaciones, que serán las que nos juzgarán hasta el último suspiro de nuestras vidas. Al punto de buscar equivocadamente la alegría, el sol y la aventura en un programa de televisión o votando a un sinvergüenza. Que conociendo muy bien nuestras deficiencias, nos lo hace parir como a un hambriento de salvación, la confesión de un cura.
Andando por la calle usualmente podemos ver carteles de espectáculos que te proponen salir del teatro con la vida resuelta. Vemos obras con travestis y nos creemos que por el solo hecho de haberlos aplaudido de pie, nos convertimos en paladines de la igualdad. También están los carteles de actores que por no poder pasar el molinete de Pol-Ka, inventan un vodevil que con el mismo taxi te lleva a la jaula de las mismas locas. Esas locas que con el mismo champagne se ponen mimosas y terminan creyéndose Bernarda Alba.
Vittorio Gassman dijo: “el teatro no se hizo para contar las cosas, sino para cambiarlas”.
Baby: – Por eso yo hago teatro.
Con este monólogo que promete ser estremecedor, este Ángel de todos los tiempos y épocas te hará apretar los dientes sentado en la butaca y arrugar el programa de mano que posiblemente sujetes entre tus dedos. Intentará hacerte sentir que con él, estas arrugando tu pasado. Con el claro mensaje de que comiences a darte cuenta que te pertenece el ratito de vida que te queda.