La Fundación “Héctor I. Astengo”, propietaria de un espléndido teatro réplica de un edificio italiano de mediados del siglo XIX, consideró desde el inicio de sus actividades hace aproximadamente cuarenta años que su auditorio y sus recursos no debían ser utilizados para competir personalizadamente con la vida cultural de la ciudad de Rosario y su zona de influencia sino poner sus instalaciones y el escenario de su auditorio al servicio de la múltiple y rica vida cultural ya existente.
HECTOR IGNACIO ASTENGO, hijo de Enrique y de Antonia Saint Marie nació en Rosario el 14 de septiembre del año 1895 y falleció el 1º de julio de 1981. Aquí estudió las primeras letras y se graduó de bachiller en el viejo Colegio Nacional Nº1, fundado por Sarmiento.
En 1918, se recibió de Abogado en la Facultad Nacional de Derecho de Buenos Aires. Pese a su título, se dedicó a las tareas de administración rural ya que dirigía los establecimientos de campo que su familia poseía en la provincia de Santa Fe. Se convirtió en un notable criador de ganados logrando premios importantes en sucesivas exposiciones rurales. En la década del ‘40 se trasladó a Canadá, adquiriendo en las cercanías de la ciudad de Toronto 200 hectáreas de tierra en donde instaló una cabaña que bautizó con el nombre de «Rosafé». En pocos años, devino en principal criador de la raza lechera de ese país. Sus toros adquirieron notoriedad y prestigio como reproductores, tanto, que una revista especializada en esa raza dijo que la historia de dicho ganado debía ser clasificada como «antes de Héctor I. Astengo y después de él».
Vivió ocho años en París, ciudad a la que se había trasladado creyendo que ese sería su retiro definitivo de las actividades empresarias. Pero, en su espíritu seguía siempre el deseo de retornar a Rosario y realizar aquí un emprendimiento cultural que contribuyera a elevar el tono moral, educativo y artístico de la ciudad donde había nacido y de su extensa zona de influencia. Lo concretó en 1967 adquiriendo de sus hermanos la parte proporcional de la herencia que les correspondía sobre el Teatro Odeón. Él había imaginado que sus cuatro hermanos podían renunciar a la parte de la herencia sobre el edificio del teatro para totalizar y concretar su anhelo de ponerle al auditorio el nombre del padre: Enrique Astengo. Ante la negativa de cada uno de los herederos, Héctor adquiere las respectivas partes de sus hermanos y coloca a la Fundación su nombre y apellido. El teatro fue bautizado con el nombre de «Auditorio Fundación».
Desde hace más de treinta años, la Fundación ha sido la rama que sostuvo espectáculos de todo tipo, con un nivel suficiente de calidad como para convertirse en lo que Héctor Astengo imaginaba. El Mozarteum filial Rosario, utilizó nuestras instalaciones como sede permanente por más de veinte años.
Rosario ha visto pasar por su escenario todas aquellas manifestaciones que alegran el corazón y ahondan el espíritu, cuidando las instalaciones del edificio de tal manera que el público sepa y experimente que la cultura no es sólo lo que está sobre el tablado del proscenio sino también en la pulcritud de todas las dependencias del teatro. Creemos que el espíritu generoso y superior del fundador debe estar satisfecho. Es nuestro mayor deseo no haber sido ingratos con su legado.
Cumpliendo expresas instrucciones dejadas por él de puño y letra en su testamento, sus restos fueron cremados y esparcidos en las aguas del río Paraná.